La felicidad, considero que se
encuentra en las cosas más pequeñas, comunes y cotidianas, esas que todos los
seres humanos podemos experimentar, pero pocos tienen la capacidad de apreciar,
reconocer y sobretodo valorar. ¿Tienes guardado en tu memoria algún momento
donde te descubriste siendo inmensamente feliz? Por un momento quiero que
pienses en esa fotografía mental, ¿qué circunstancias, que elementos había, que
sucedía ahí para que tú fueras tan feliz?
Y es que para ser feliz lo primero
que debes saber es que necesitas, que te define y cómo entiendes realmente el
mundo que te rodea. Porque no es más feliz quien más tiene, o el que más acumula,
el más bello, ni aquel que espera el golpe de suerte o el del billete premiado
de lotería.
Todos los días nos encontramos con
personas que no tienen rumbo, ni timón y con el corazón profundamente vacío.
Aspiran a que llegue un golpe de suerte para comerse el mundo, pero ni siquiera
han empezado a disfrutar lo que tienen enfrente. El autoconocimiento, es la
clave más importante para que seamos felices, para equilibrar nuestras
experiencias internas y ver con humildad, objetividad e integridad, como somos
y lo que necesitamos.
Seguramente conocerás personas que
tienen un buen trabajo, un buen coche, un buen matrimonio, una casa, salud,
hijos sanos, etc. y sin embargo sienten un vacío existencial, una inquietud que
no calma ni llena ninguna de sus relaciones afectivas y nos cuesta mucho
entender por qué no son felices.
Sin embargo algunas de estas personas
toman las riendas de su vida y reflexionan acerca de sí mismos, hacen una
introspección en busca de respuestas. Pues tal vez han querido vivir demasiado
rápido demostrando a los demás todo lo que podían hacer y son conscientes hasta
este momento, de que llevaban una vida llenando las expectativas de los demás
sin preguntarse que necesitaban ellos. Vivían hacia fuera y no hacia dentro.
El autoconocimiento es la capacidad
de controlar las experiencias internas, de ser conscientes de nuestros estados
de ánimo y de actuar de acuerdo a ellos sin cederles el control.
Hay ocasiones donde nos damos cuenta
de nuestra insatisfacción y sin embargo, nos obligamos a seguir caminando de
manera ordinaria, sólo porque así lo esperan los demás, o porque tenemos miedo
de salirnos de nuestra zona de confort. Nos dejamos llevar, fluimos y
aprendemos a ignorar nuestra voz interior.
Hay que tomar conciencia de nosotros
mismos y de nuestras emociones, actuando de manera congruente, reflexionando y
en armonía con todos aquellos que nos rodean. A los primeros que hay que
comprendernos y respetarnos es a nosotros mismos, para que podamos ser
empáticos con los demás.
Para ser feliz no es necesario
acumular riquezas, personas, ni tampoco conocimientos. No es más feliz el que
más sabe, ni el que más tiene, sino aquel que más entiende, el que goza de
mayor humildad, el que disfruta el momento y mejor se conoce. Si no sabemos
hasta dónde son nuestros límites, siempre habrá alguien que intente rebasarlos.
Si no sabes lo que quieres siempre vas andar buscando algo. Si no sabes
apreciar lo que tienes y lo que eres, vivirás siempre frustrado y envidiando lo
de los demás.
El autoconocimiento, es el ejercicio
cotidiano que todos deberíamos practicar para poder comprender esta complicada
vida que día a día, nos plantea retos y nos pone a prueba.
Hay ocasiones, en que la mayor
sabiduría reside precisamente en entendernos a nosotros mismos para que así,
podamos actuar en consecuencia y en armonía con nuestras emociones. Así seremos
más íntegros, más sencillos y no sólo podremos ser un poco más felices, sino
que seremos capaces también de aportar felicidad a los demás. Alguien me hizo
esta pregunta que quiero que tú también reflexiones ¿si no eres feliz con lo
que tienes como pretendes ser feliz con aquello que no tienes?
Ser feliz es la obligación de todo
ser humano y el camino es el autoconocimiento.
¡Gracias, Saludos y Bendiciones!